Noviembre de 2008
Partecita II
La chacarera del motor
Es la mañana nublada del viernes y las nubes se amontonan allá en el fondo, donde el valle deja de serlo y nace el desierto.
Empujamos entre cuatro el Jeep que se hace desear pero siempre arranca. Subimos a las corridas mientras el Dante acelera a fondo.
Salimos a la ruta hasta Villa Regina que queda a unos cuarenta kilómetros de Roca. Tenemos que buscar algunas cosas en la Escuela antes de partir el fin de semana.
Paramos a comprar un salamín, manzanas gigantes y rojas y un champagne casero. Miramos en silencio las montañas del valle, los colores de grises a naranjas y las capas como cuando ves una piedra por dentro. Allá, señala Dante, todavía se encuentran caracoles de mar. Todo esto estaba lleno de agua hace millones de años.
Los pibes están con Gonzalo (el amigo mecánico y cirujano del quirquincho) en el taller de Pato trabajando.
Nosotros llegamos al taller de tardecita, después de comprar varios repuestos para el quirqui. La imagen es grave: tenemos que salir mañana para El Bolsón y el Perkins (ese motor gigante del Dodge) está en el piso lleno de aceite por todos lados. El Gato, el Turco y Gonza están literalmente metidos adentro del motor.
A partir de ahora y por dos días, nuestro mundo se reduce a bulones, radiador, botadores, pistones, mangueras y válvulas.
Un par de docentes, dos músicos, un masajista y un abogado, ahora no son mas que ayudantes de mecánico.
La noche se hace larga. Tocamos unas chacareras al costado de los que laburan. Luego cambiamos y pasamos adentro del motor.
La ansiedad va creciendo a medida que el rugir del Perkins se siente mas cerca.
Ya estamos en la hora número catorce de trabajo.
Por fin, como milagrosamente el quirquincho vuelve a ladrar. Vuelve a gritar, a llorar, a andar. Como siempre. El quirquincho vuelve a andar.
Y nosotros nos abrazamos como locos. Entonces descorchamos en champagne ese caserito.
Mañana zarpamos para Bolsón al encuentro de Radios Comunitarias.
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